Desde los siglos III a.C hasta el siglo V, la Bética fue uno de los territorios anexionados al Imperio Romano. Bajo su dominio, este espacio geográfico fue reconocido por su producción minera, oleícola, cerealística y por el elevado nivel de romanización de sus habitantes. Muestra del grado de romanización alcanzado por esta provincia es la subida al poder imperial a fines del siglo I y durante el II de dos emperadores béticos: Trajano y Adriano, ambos nacidos en Itálica.
La imagen que aparece en el centro, logotipo de la ruta, pretende representar a un caballo alado o Pegaso, formado con lo que parece ser un abanico, típico de Andalucía. Tanto esta figura como el texto "Ruta bética romana" están formados con el metal del pin sin pintar, dorado. El resto de la superficie está pintado en rojo intenso. La gota de resina que cubre este pin es de un grosor bastante elevado.
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